TOUR POR PARIS
Escrito por PEDRO MIGUEL GOMEZ GUTIERREZ, miércoles 9 de abril de 2014 , 14:57 hs

LOS  MOSQUETEROS  SON  DE  ARANDA  DE  DUERO

El pasado domingo 30 de marzo, a las ocho de la tarde, partía desde los jardines de Don Diego en Aranda de Duero un autobús de la empresa Víctor Bayo cargado de ilusión con rumbo a París. La aventura estaba compuesta por treinta y ocho alumnos de secundaria y F. P. Administrativo, más tres profesores del colegio ICEDE que conmemoraron el cuarenta aniversario del centro y la celebración de las Edades del Hombre en la capital de la ribera con un viaje a la ciudad del amor y de la luz. Tras dieciséis largas horas de camino, interrumpidas por las correspondientes paradas y amenizadas con canciones escolares tradicionales, películas o el manejo de las redes sociales, el amanecer francés se recortó en el horizonte dándoles la bienvenida entre bosques húmedos e infinitas llanuras cultivadas.

El primer contacto con la ciudad se produjo en La Defense: el distrito financiero con rascacielos de carácter futurista, donde Le Grand Arch con su original composición de cubo vacía en su parte central les marcó el camino en su línea urbanística hasta el Arco del Triunfo. Desde allí, paseo por los elegantes bulevares hasta Trocadero, mirador espectacular y simbólico para que la Torre Eiffeldespidiera las últimas luces del día gracias a su iluminación adornada mediante destellos de fuegos artificiales. El día siguiente fue la oportunidad de poner a prueba el vértigo a partir de los 340 metros de la torre. El ascenso fue vertiginoso ya fuera por escaleras ya por el ascensor; el ambiente distendido, alegre y protagonista de nuevas sensaciones casi rozando el cielo y contemplando el impresionante urbanismo de la ciudad. Por la tarde, recorrido por las calles que en su momento escribieron las letras de la historia de la Revolución francesa: Plaza de la Concorde (donde se emplazaba el cadalso para la guillotina), Asamblea Nacional, Plaza de la Vendome con la columna de Napoleón emulando emperadores romanos pasados y tumba del general en Les Invalides como brújula dorada destacada entre la ciudad de los espacios verdes.

El miércoles continuó el tour hasta uno de los palacios que demuestra como pocos la grandeza absolutista de un rey (Luis XIV, el rey Sol), además de las glorias pasadas de una nación: Versalles. Tanto alumnos como profesores se quedaron deslumbrados por la riqueza infinita de espejos, habitaciones, pasillos, estanques, esculturas y naturaleza desbordante bajo formas geométricas, otrora recorridos por la etiqueta de mosqueteros, máscaras danzantes y damas galantes admiradoras de artificios explosivos bajo lluvias de colores. El escudo de Aranda ondeó como promoción de las próximas Edades del Hombre en el mismo patio de armas o los jardines del dios Apolo, asimismo en la catedral de Notre Dame, ante la atenta mirada de las gárgolas o campanas fantaseadas por Víctor Hugo. La isla de la cité sorprendió por sus puentes abarrotados de amores candados, donde pintorescos nombres con un lenguaje universal justifican el por qué es considerada la ciudad del amor. Por la noche, rumbo al cautivador barrio de Montmartre.

El monte de los Mártires se encuentra a las afueras de París, entre una neblina de vidas desinhibidas, bohemias, que a la sombra del imponente Sacre Coeur o el ángulo de una buhardilla se dejaban llevar por los ambientes nocturnos de luces de colores, bailes, cabarets, sustancias más o menos prohibidas y compañías más o menos permitidas, hasta llegar al templo de lo espectáculos, la noche y el deseo: Le Moulin Rouge (el Molino Rojo) en el bulevar de Pigalle. Las idas y venidas de gente corriendo, gritando calle arriba, calle abajo, eran coreografías comunicantes de una noche de fútbol europea  triunfante para el París Saint Germain.

Con la velocidad con la que se mueven las manecillas del reloj cuando los turistas disfrutan de algo, llegó casi sin avisar el día de despedirse de su alojamiento en un hostal de Montreville, en la ronda este de París. El jueves fue el día para hacer la maleta, ligera de equipaje pero pesada en recuerdos y vivencias hasta entonces desconocidas, aunque el regreso lo emprenderían por la noche. La mañana la dedicaron a recorrer los grandes almacenes, tiendas de lujo y expositores de alta gama de los campos Elíseos entre el arco del Triunfo y la plaza de la Concordia. El museo de Mercedes, Toyota, Renault, las tiendas de Zara, Disney o del P. S. G. causaron sensación entre los estudiantes, a pesar de los precios prohibitivos que días atrás también habían observado en las relojerías de Rolex o joyerías en frente de la Madeleine. Después de un aperitivo reconfortante, les esperaban los jardines de Tullerías; idóneos para relajar el cuerpo y el alma como sitio de recreo, rodeados de pájaros cantores, arbustos bien cuidados o estanque silenciados. A escasos metros se encontraba el museo del Juramento del Juego de Pelota (en el mismo lugar donde se reunieron los diputados plantándose ante el rey allá por el año 1789) al cuál homenajearon jugando a otro tipo de pelota sobre un césped especialmente mimado. Horas más tarde, ese mismo balón flotaría sin rumbo por las aguas del Sena y sería recuperado, no sin esfuerzos, por un patrón de los barcos atracados. Por la tarde, el museo del Louvre hizo las maravillas de los alumnos al poder ver tantas obras muertas en sus libros de texto como joyas artísticas e históricas cuyos latido todavía se hacen sentir. Después de la enigmática Mona Lisa, los cuadros de Veronés (Las bodas de Canaán, en frente de ésta, con unas dimensiones espectaculares), Delacroix (La libertad guiando al pueblo, La matanza de Quíos)  Gericault (La balsa de la Medusa) o esculturas como la Venus de Milo fueron las más comentadas. Un paseo por las orillas del Sena, respondiendo a los tripulantes de las barcas iluminadas con destellos de discoteca bajo una noche estrellada y un ambiente festivo, anunciaban que la aventura tocaba su fin. Después de cenar por el Barrio Latino, el autobús les esperaba a las diez de la noche en frente de la vigilante Notre Dame, que despidió a la expedición con sus mejores galas. La vuelta significó un remanso de paz y de descanso, reparador de madrugones, largos paseos, emociones fuertes y convivencia de una gran familia; nunca antes, un trayecto de dieciséis horas acompañó a tanta gente en una armonía silenciada. El único momento de desperezarse se produjo mediante una parada de una hora en la playa de la Concha de San Sebastián, bajo la atenta mirada del monte Igueldo. El sol, la playa, la espuma de mar y las pequeñas olas que rompieron contra los pies de los más osados fueron los últimos invitados a este viaje sin duda inolvidable. Sin haber acabado el mismo, los profesores ya dicen estar preparando la próxima salida al extranjero. A las cuatro de la tarde, padres anhelantes de abrazar a sus hijos marcaban la última parada en el colegio ICEDE.

Por Eduardo Vicario (Chato)





Agregar comentario
Comentarios
  • anonimo el martes 22 de abril de 2014, 14:42 hs
    vaya chapa
  • Anonimus el martes 22 de abril de 2014, 14:42 hs
    No, vaya chapada
Calendario
abril 2024
lumamijuvido
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930     
 
Categoría
 
Los más comentados
 
Archivo
 
Reportes
Cantidad de posts: 7
Cantidad de comentarios: 9
 
Últimos comentarios
 
Etiquetas
 
La hora es
 
EL TIEMPO

Tiempo Aranda de Duero